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Mostrando entradas de octubre, 2010

La brevedad del ser

No sé cuanto tiempo ha transcurrido desde aquel día cuando nos despedimos pues debía cambiar de residencia. Dejaba atrás, en el Edén, a una familia amiga con la que tuve alegrías y agradabes tertulias; quedaba ella cada vez más lejos de mí pues me había embarcado al regreso a la tierra de mis ancestros, algo que se convertía en el sueño hecho realidad. Como sucede en estas despedidas, la amistad, un lazo muy fuerte que nos unió, dispuso que estaríamos en comunicación constante, que nos reuniríamos en mi lugar o en el de ellos según quien viajase hacia uno u otro sentido de las rutas trazadas. Eso no sucedió. Por cuestiones del destino, sin por ello dejar pasar la responsabilidad de las pasiones humanas que tan incomprensivos nos vuelven a todos y acabamos haciendo cosas que no debíamos, las familias amigas no sólo se separaron en la distancia, sino también sus integrantes tuvieron qué hacer lo suyo e ir en pos de nuevos e inciertos horizontes, aciagos o bendecidos, pero todos, en el ...

La curiosidad y la esperanza

Me escribe mi lector(a) anónimo el comentario casi diario y menciona el refrán de "La curiosidad mató al gato" con relación al mensaje que le envío de la esperanza de leer sus letras en el espacio requerido. Me da tema entonces para escribir. Mi punto de vista, algo que puedo gozar y celebrar en este espacio perdido en el infinito universo, me complementa el sustantivo curiosidad con el sustantivo esperanza. La curiosidad antes de matar a  cualquier felino, pienso que motiva a hacer crecer (o destruir) a la humanidad; prefiero la primera de esta opción. Es por la curiosidad que se han hecho grandes descubrimientos; es por la curiosidad que las esperanzas crecen; la curiosidad por descubrir al sexo opuesto, por ejemplo, te genera la esperanza de que algún día, alguien te amará y podrás amar también. Además no hay documentación que compruebe, testimoniales gatunos incluidos, que por ser curiosos es que los gatos mueren. En una redacción anterior refiero mis experiencias con l...

Los valores en la familia, la escuela y la iglesia

NOTA: El texto que a continuación expongo lo escribo desde el 23 de agosto de 2010 bajo el título "Los valores y los compromisos" en el face personal en la sección de notas. Acompaño también el texto "El trabajo formativo de la escuela y de la iglesia". Aprovecho el regreso a esta solitaria página perdida entre millones en el ciberespacio y logrando correcciones de estilo la publico de nuevo con el título que antecede, en el mes de septiembre. Quiero repetirla, toda vez que próximamente se celebrará en nuestra Arquidiócesis, del 10 al 17 de octubre, la Semana de la Familia 2010, por una emergente preocupación del Papa Benedicto XVI relacionada con la dificultad educativa que presentan maestros, educadores, sacerdotes, pastores, padres de familia "para formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar un sentido a su vida" (sic). Así que para la relectura (si así puede llamársele), mi pequeña colaboración. Cada vez el tema de los val...

Hoy no quiero escribir

¿Cómo funciona el ánimo en la persona? Ese empuje especial que te arroja, que te impulsa a hacer o continuar haciendo lo bueno o lo malo, lo que sirve o lo que no, lo que te hará triunfar o fracasar. Hoy no quiero escribir. El ánimo me ha abandonado, busco entonces en los recovecos de mi imaginación, en los recuerdos de las letras pasadas y descubro que no tengo tema para contar, nada para escribir. El ánimo se ha ido. Pienso entonces en dónde está, qué le ha pasado ¿por qué me ha abandonado? En dos o tres días he tenido mucho trabajo, muchas cosas en qué pensar que me alajan de mis propios pensamientos y me sumergen en los silencios del ensimismamiento. Aprieto teclas por apretar buscando que coincidan y formen palabras que también coincidan entre sí y que al leer los textos éstos tengan coherencia. Mi ánimo por escribir se escurre por entre los espacios del colador que tiene mi espíritu en este momento. Noticias que me han impactado, tal vez. Debo pagar mis deudas, los bancos me p...

Jugando con la imaginación

Esto me lo contó alguien con quien estuve platicando mientras hacía antesala para una visita al médico. Es todo un monólogo que vale la pena transcribir. Siempre me he considerado un hombre saludable. Mi vida la he vivido con tranquilidad y a pesar de algunas enfermedades, siempre he salido adelante. Desde niño, mis padres se ocuparon de mi alimentación, de que siempre hubiera pan en la mesa. A pesar de las adversidades económicas que en algún momento observé, nunca faltó el alimento en la casa. Me acostumbraron a ir a la escuela puntualmente; para ello debía despertar desde las cuatro y media de la madrugada; no se asombre, en su momento esto era necesario pues para el desayuno, mis padres ya habían confabulado, con días de anticipación, que éste sería ¡caldo de pescado! Por ahí alguien les comentó, o escucharon en la radio o en la incipiente televisión lo nutritivo de esto, así que. si he de ser muy inteligente y sobresalir en la vida, el caldo de pescado debía terminar. Como ...

Escribir con el afán de escribir, llenando líneas

Quiero experimentar el poder ordenar mis ideas en este momento cuando el cansancio, por el trabajo de hoy, por las emociones de hoy, por los altibajos de hoy, por las risas, las "carotas", los juegos con los niños, los títeres manejados y la obra ensayada, además de la reunión de trabajo en la que estuve, me tiene entre sus manos. Y es que de pronto apareció mi lado filosófico. Aclaro que no le llego ni al talón al Tales de la Isla de Mileto, cuantimenos al Platón o Aristóteles, pero de que he encontrado mi momento existencial, lo he hecho. Y viene por los sentimientos que produce la fatiga mental de las neuronas que administran el control eléctrico del cuerpo y que hacen que desarrolle mis soliloquios o mis diálogos con un ente superior que al final de cuentas soy yo mismo quien se responde lo que quiere escuchar ¿o no es así en realidad? Hace tiempo que he contestado a un comentario de quien es tal vez mi único lector. Qué increíble que en un universo de millones de inte...