La curiosidad y la esperanza
Me escribe mi lector(a) anónimo el comentario casi diario y menciona el refrán de "La curiosidad mató al gato" con relación al mensaje que le envío de la esperanza de leer sus letras en el espacio requerido. Me da tema entonces para escribir.
Mi punto de vista, algo que puedo gozar y celebrar en este espacio perdido en el infinito universo, me complementa el sustantivo curiosidad con el sustantivo esperanza. La curiosidad antes de matar a cualquier felino, pienso que motiva a hacer crecer (o destruir) a la humanidad; prefiero la primera de esta opción. Es por la curiosidad que se han hecho grandes descubrimientos; es por la curiosidad que las esperanzas crecen; la curiosidad por descubrir al sexo opuesto, por ejemplo, te genera la esperanza de que algún día, alguien te amará y podrás amar también.
Además no hay documentación que compruebe, testimoniales gatunos incluidos, que por ser curiosos es que los gatos mueren. En una redacción anterior refiero mis experiencias con las causas de muerte de ciertas mascotas gatunas de mi vida en casa paterna.
Tener esperanza no es tener tristeza - para mí. Eperanzarse es tener la seguridad de que hay un día llamado mañana que con seguridad te permitirá reir, regalarle un saludo a alguien, recibir un beso, ver una flor, escuchar el trino de un pájaro, fruncir el entrecejo ante la desaprobación de algún acto; ver correr a niños y niñas en pos de su crecimiento; admirar a quien amas y que sabes que está cerca tuyo; recordar a los que amas y que por razón alguna, no están contigo. La esperanza es lo que mantiene viva la flama del amor y la bondad que produce el perdón.
La curiosidad me hace meter mis narices donde no me importa; soy un niño cuando soy curioso, pues voy sin temor a ver, escuchar, sentir, tocar, dejarme acariciar por alguna piel del viento mismo. La curiosidad me hace descubrir la belleza en la araña del patio de mi jardín, en el pájaro de negro plumaje y graznido agudo, lastimero pero que protege con ello el nido; me hace seguir con la mirada el veloz vuelo del colibrí, intentar contar el número de aleteos por minuto y no cejar en este empeño; me hace tomar la patita de mis gatos y sentir lo cómodo de sus acolchonadas palmas; pasar la mano por su pelaje y soñar con los revuelos de la infancia.
No concuerdo entonces, y discúlpame mi congratulado(a) lector(a) protegido(a) por el anonimato, con la relación de tener la esperanza de tus letras y el interés de descubrirte con el hecho de pensar que por curioso esto puede terminar.
La asincronía de nuestros escritos genera mi esperanza; coloca una razón más en mi mundana y laboral vida para entrar a mis letras y encontrar lo tuyo. Hombre o mujer no importa, las letras carecen de género y de sexo. Antes bien, unen o desunen ideologías, pero construyen nuestra historia.
Mi punto de vista, algo que puedo gozar y celebrar en este espacio perdido en el infinito universo, me complementa el sustantivo curiosidad con el sustantivo esperanza. La curiosidad antes de matar a cualquier felino, pienso que motiva a hacer crecer (o destruir) a la humanidad; prefiero la primera de esta opción. Es por la curiosidad que se han hecho grandes descubrimientos; es por la curiosidad que las esperanzas crecen; la curiosidad por descubrir al sexo opuesto, por ejemplo, te genera la esperanza de que algún día, alguien te amará y podrás amar también.
Además no hay documentación que compruebe, testimoniales gatunos incluidos, que por ser curiosos es que los gatos mueren. En una redacción anterior refiero mis experiencias con las causas de muerte de ciertas mascotas gatunas de mi vida en casa paterna.
Tener esperanza no es tener tristeza - para mí. Eperanzarse es tener la seguridad de que hay un día llamado mañana que con seguridad te permitirá reir, regalarle un saludo a alguien, recibir un beso, ver una flor, escuchar el trino de un pájaro, fruncir el entrecejo ante la desaprobación de algún acto; ver correr a niños y niñas en pos de su crecimiento; admirar a quien amas y que sabes que está cerca tuyo; recordar a los que amas y que por razón alguna, no están contigo. La esperanza es lo que mantiene viva la flama del amor y la bondad que produce el perdón.
La curiosidad me hace meter mis narices donde no me importa; soy un niño cuando soy curioso, pues voy sin temor a ver, escuchar, sentir, tocar, dejarme acariciar por alguna piel del viento mismo. La curiosidad me hace descubrir la belleza en la araña del patio de mi jardín, en el pájaro de negro plumaje y graznido agudo, lastimero pero que protege con ello el nido; me hace seguir con la mirada el veloz vuelo del colibrí, intentar contar el número de aleteos por minuto y no cejar en este empeño; me hace tomar la patita de mis gatos y sentir lo cómodo de sus acolchonadas palmas; pasar la mano por su pelaje y soñar con los revuelos de la infancia.
No concuerdo entonces, y discúlpame mi congratulado(a) lector(a) protegido(a) por el anonimato, con la relación de tener la esperanza de tus letras y el interés de descubrirte con el hecho de pensar que por curioso esto puede terminar.
La asincronía de nuestros escritos genera mi esperanza; coloca una razón más en mi mundana y laboral vida para entrar a mis letras y encontrar lo tuyo. Hombre o mujer no importa, las letras carecen de género y de sexo. Antes bien, unen o desunen ideologías, pero construyen nuestra historia.
Escribo esto en honor tuyo, causa de mi esperanza. Aprovecho este espacio para confirmarte que todo lo escrito en este blog es de mi autoría, por el único hecho de practicar mis letras. NO busco el reconocimiento literario, tal cual semejas en tus letras comentadas; sólo es el hecho de escribir. ¿Que si hay musas? Sí las hay ¿cuántas? Tantas como neuronas tenga en el cerebro que al final de cuentas se reúnen para formar un cuerpo solo con multiplicidad de funciones, todas bien organizadas. Mis recuerdos forman parte de ello.
ResponderEliminarY aun con lo arriesgado que puede ser la curiosidad, me gustaría saber quién eres.
Recuerdo que un refrán no debe ser interpretado literalmente, sin embargo me gusta la forma en que lo has hecho. En un futuro entenderás mejor el motivo por el cual puse de ejemplo el refrán. Me siento halagada como persona el que hayas dedicado un espacio exclusivo para mí, gracias. También tengo que agradecer las bellas líneas de los textos poéticos que he leído en este blog, me han hecho recordar momentos importantes de mi vida, esos que siempre están presentes. Prometo que algún día saldré de mi anonimato.
ResponderEliminarCómo no npuedo dedicar un espacio (y los que sean necesarios) para mi único(a) comentarista. Sobre todo que me das tema para escribir. Por cierto, el texto escrito de último, "La brevedad del ser", ése sí lo he realizado con toda la trsiteza que siento por dentro. Además del coraje por no haberme dado el tiempo para encontrarme con los amigos, por imbuirme en el trabajo so pretexto de ser el mejor en él, cosa que hasta ahora no he conseguido. Espero de igual forma entender tu refrán, el porqué. Y cuento los momentos que faltan para que salgas de tu anonimato.
ResponderEliminarUn abrazo quien quiera que seas y mi agradecimiento por la fidelidad lectora
Es triste cuando pasa la vida y nos vamos dando cuenta que no hicimos muchas cosas que nos hubieran gustado hacer, luego viene el reclamo a nosotros mismos y posteriormente el arrepentimiento. No es la vida la culpable, somos nosotros que no nos damos cuenta que seguimos empeñados en desbordar todo hacia lo que creemos que es lo mejor y no hacemos lo que sentimos verdaderamente. Comparto tu dolor y que nos sirva a todos como ejemplo de fortaleza.
ResponderEliminarEn el paso de la vida hay amistades que verdaderamente llegamos a amar y sobre todo que nos aman, sin embargo no las valoramos como deberíamos...