Nuestra máquina del tiempo
¿Quién dice que no existe la máquina del tiempo? Yo no. Es más, junto con un grupo de condiscípulos y colegas hicimos uso de ella. Algunas veces nos costó trabajo encenderla; otras, guiar por la fecha exacta; las que más por hacer coincidir las imágenes tridimensionales que empezaban a formarse.
Por estar haciendo uso del tiempo pasado, de pronto desde una fecha con 36 años, viajábamos al futuro, hacia dos años desde ahí, pero siendo todavía el pasado de 34 ciclos desde donde habíamos partido.
Llegó al fin un invitado especial: nuestro embajador proveniente de la tierra de Esperanza Iris y Carlos Madrazo, asentado en el municipio de Cárdenas más allá de Samaria, pero antes de Magallanes. Sentado estaba lleno de Luz, aquélla que comparte con la gama universal. Es nuestro José Sosa, no el cantante, sino nuestro colega vecino del pozo de las codornices quien en su momento hizo uso de la tecnología futurista, al puro estilo del Capitán Kirk y del Señor Spock para el tiempo en donde andábamos por los pasillos de nuestra escuela, y realizó una videoconferencia con su vecina meridana Magaly Lara, pero ahora declarada embajadora en el norte mexicano, en el Estado de Sinaloa; con la rapidez de la teletransportación hacia el Enterprise, nos comunicó con Lizbeth Barrera hasta Santiago Tuxtla y hablamos todos con cada una de las telefraternas, al grado de que Lízbeth hubo de dejarse envolver por la emoción del momento y cerrar la comunicación instantánea.
Limberth en su papel de tío, presuntuosamente fabuloso, llevándonos hacia el pasado entre la distancia de los salones denominados A, B y C. Ya Mercy y Norma disfrutaban del viaje en el tiempo. Llegaron Julio y Carlos, el primero con el aplomo, seguridad y madurez por delante, el segundo mi amigo de patria del árbol de flores rojizas y ahora vecino del poniente de nuestra ciudad capital con la caballerosidad demostrada ante las damas presentes máxime ante la más cercana, nuestra hermanita Silvia quien llegó tarde por causa de la falta de transporte pero dando parabienes y con todas las ganas de participar en el pasado, no así Silvia Estrella que llegó con sonrisa radiante, a tiempo y repartiendo felicidad en cada abrazo ofrecido.
Notoria fue la esperada y posterior llegada del Chanoc del pretérito estudiantil, Andrés de nombre, ante quien Julio definió "genio y figura..", refrán que ante el paso del tiempo, en el presente, hacia el futuro vuelto como el primero de inmediato, se impuso como sello oficial en todos y cada uno de los asistentes.
La máquina del tiempo nos volvió Crononautas docentes; mas que regresar para saber quiénes somos como personas, el viaje fue para reafirmar por qué somos maestros; por qué pertenecemos a una generación de impulsivos creativos y buscadores; de regreso al hoy, los años acumulados florecían y justificaban el retiro voluntario de la profesión que fluye en las venas; retiro del sistema para quienes somos un número, pero permanencia total en la vida que continúa.
Ya en el presente, entonces sí, se habló de los hijos, de los nietos, de las profesiones de ellos, de los yernos y las nueras, de los que se nos han adelantado con Caronte y de quienes sabemos que donde estén, están ofreciendo educación de calidad y divirtiéndose mucho. Apoyamos a Carlos por la enfermedad de su mami, gran señora que nos atendió cuando a su casa íbamos a estudiar los del equipo del aula allá en la casa de la calle 18, en la mera esquina de la Colonia Miraflores.
Entendimos que antes nuestras salidas eran condicionadas por el permiso de nuestros padres y que ahora, en algunos casos, por el permiso de nuestros hijos, instante que me recordó las palabras de mi amigo y maestro Fray Alfredo Andalón Aguilar, OFM cuando en alguna plática temática del Primer Congreso Eucarístico afirmó "Somos la última generación que obedecimos a nuestros padres, pero somos la primera que obedecemos a nuestros hijos".
Estuvo el momento de la toma de fotos en donde la nota resaltaba por las ocurrencias de nuestro amigo Andrés producto del consumo de bebidas etílicas que ya habían demostrado lo que es cambio físico y químico en la personalidad agradable, amable y cómica de nuestro amigo.
Entre las idas y venidas del presente al pasado, de éste al futuro cercano, pasado aún para el hoy, regreso al presente y una pequeña visión del futuro, los viajes en el tiempo se mezclaban con tazas de café, refrescos rellenables, cierto número de botellas de cerveza que alguien mezclaba en tarro frío con limón, sal, chile, salsa de soya y otros menjurjes para crear líquidos complejos, acompañados con alitas, aros de cebolla, papás a la francesa, chiles jalapeños rellenos, el sandwich club como pedido especial para complacer con mucho gusto a Mercy y aderezados con palabras vueltas diálogo que respondían a preguntas de los que conocemos, de los que dijeron ir pero no llegaron, de los que se anexaron ya al grupo de comunicación de la aplicación que estrena a Mark Zuckerberg, el tiempo transcurrió y hemos dejado nuestra máquina estacionada en el tiempo futuro, en fecha de llegada de Lízbeth Barrera desde Veracruz, para saltar de manera cuántica a la fecha de Magaly desde Sinaloa, pudiendo rebotar, cual electrón entre orbitales si alguno de los que están en Tizimín, Izamal, Motul, Ticul o los 102 municipios y 30 estados faltantes decidiere manipular el calendario de nuestra nave que bautizo como "Toyita" en honor del primer vehículo al servicio del pueblo de la generación 81, y señalar fecha de reunión en hora y sede por definir.
Una noche especial como todas las que están por llegar. Reuniones de hermanos en vientre de gestación de cuatro años y que nacemos como hace ya casi 33 años, llenos de esperanza, de historias por crear, por vivir, de ilusiones y sueños que nos comprueban la juventud del espíritu cubierto por el cuerpo que ha acumulado cada una de las vueltas alrededor del hermano Sol que nuestra hermana Tierra realiza para contribuir al equilibrio universal.
¿Quién se atreve a jalar la palanca de nuestra Toyita?
Por estar haciendo uso del tiempo pasado, de pronto desde una fecha con 36 años, viajábamos al futuro, hacia dos años desde ahí, pero siendo todavía el pasado de 34 ciclos desde donde habíamos partido.
Llegó al fin un invitado especial: nuestro embajador proveniente de la tierra de Esperanza Iris y Carlos Madrazo, asentado en el municipio de Cárdenas más allá de Samaria, pero antes de Magallanes. Sentado estaba lleno de Luz, aquélla que comparte con la gama universal. Es nuestro José Sosa, no el cantante, sino nuestro colega vecino del pozo de las codornices quien en su momento hizo uso de la tecnología futurista, al puro estilo del Capitán Kirk y del Señor Spock para el tiempo en donde andábamos por los pasillos de nuestra escuela, y realizó una videoconferencia con su vecina meridana Magaly Lara, pero ahora declarada embajadora en el norte mexicano, en el Estado de Sinaloa; con la rapidez de la teletransportación hacia el Enterprise, nos comunicó con Lizbeth Barrera hasta Santiago Tuxtla y hablamos todos con cada una de las telefraternas, al grado de que Lízbeth hubo de dejarse envolver por la emoción del momento y cerrar la comunicación instantánea.
Limberth en su papel de tío, presuntuosamente fabuloso, llevándonos hacia el pasado entre la distancia de los salones denominados A, B y C. Ya Mercy y Norma disfrutaban del viaje en el tiempo. Llegaron Julio y Carlos, el primero con el aplomo, seguridad y madurez por delante, el segundo mi amigo de patria del árbol de flores rojizas y ahora vecino del poniente de nuestra ciudad capital con la caballerosidad demostrada ante las damas presentes máxime ante la más cercana, nuestra hermanita Silvia quien llegó tarde por causa de la falta de transporte pero dando parabienes y con todas las ganas de participar en el pasado, no así Silvia Estrella que llegó con sonrisa radiante, a tiempo y repartiendo felicidad en cada abrazo ofrecido.
Notoria fue la esperada y posterior llegada del Chanoc del pretérito estudiantil, Andrés de nombre, ante quien Julio definió "genio y figura..", refrán que ante el paso del tiempo, en el presente, hacia el futuro vuelto como el primero de inmediato, se impuso como sello oficial en todos y cada uno de los asistentes.
La máquina del tiempo nos volvió Crononautas docentes; mas que regresar para saber quiénes somos como personas, el viaje fue para reafirmar por qué somos maestros; por qué pertenecemos a una generación de impulsivos creativos y buscadores; de regreso al hoy, los años acumulados florecían y justificaban el retiro voluntario de la profesión que fluye en las venas; retiro del sistema para quienes somos un número, pero permanencia total en la vida que continúa.
Ya en el presente, entonces sí, se habló de los hijos, de los nietos, de las profesiones de ellos, de los yernos y las nueras, de los que se nos han adelantado con Caronte y de quienes sabemos que donde estén, están ofreciendo educación de calidad y divirtiéndose mucho. Apoyamos a Carlos por la enfermedad de su mami, gran señora que nos atendió cuando a su casa íbamos a estudiar los del equipo del aula allá en la casa de la calle 18, en la mera esquina de la Colonia Miraflores.
Entendimos que antes nuestras salidas eran condicionadas por el permiso de nuestros padres y que ahora, en algunos casos, por el permiso de nuestros hijos, instante que me recordó las palabras de mi amigo y maestro Fray Alfredo Andalón Aguilar, OFM cuando en alguna plática temática del Primer Congreso Eucarístico afirmó "Somos la última generación que obedecimos a nuestros padres, pero somos la primera que obedecemos a nuestros hijos".
Estuvo el momento de la toma de fotos en donde la nota resaltaba por las ocurrencias de nuestro amigo Andrés producto del consumo de bebidas etílicas que ya habían demostrado lo que es cambio físico y químico en la personalidad agradable, amable y cómica de nuestro amigo.
Entre las idas y venidas del presente al pasado, de éste al futuro cercano, pasado aún para el hoy, regreso al presente y una pequeña visión del futuro, los viajes en el tiempo se mezclaban con tazas de café, refrescos rellenables, cierto número de botellas de cerveza que alguien mezclaba en tarro frío con limón, sal, chile, salsa de soya y otros menjurjes para crear líquidos complejos, acompañados con alitas, aros de cebolla, papás a la francesa, chiles jalapeños rellenos, el sandwich club como pedido especial para complacer con mucho gusto a Mercy y aderezados con palabras vueltas diálogo que respondían a preguntas de los que conocemos, de los que dijeron ir pero no llegaron, de los que se anexaron ya al grupo de comunicación de la aplicación que estrena a Mark Zuckerberg, el tiempo transcurrió y hemos dejado nuestra máquina estacionada en el tiempo futuro, en fecha de llegada de Lízbeth Barrera desde Veracruz, para saltar de manera cuántica a la fecha de Magaly desde Sinaloa, pudiendo rebotar, cual electrón entre orbitales si alguno de los que están en Tizimín, Izamal, Motul, Ticul o los 102 municipios y 30 estados faltantes decidiere manipular el calendario de nuestra nave que bautizo como "Toyita" en honor del primer vehículo al servicio del pueblo de la generación 81, y señalar fecha de reunión en hora y sede por definir.
Una noche especial como todas las que están por llegar. Reuniones de hermanos en vientre de gestación de cuatro años y que nacemos como hace ya casi 33 años, llenos de esperanza, de historias por crear, por vivir, de ilusiones y sueños que nos comprueban la juventud del espíritu cubierto por el cuerpo que ha acumulado cada una de las vueltas alrededor del hermano Sol que nuestra hermana Tierra realiza para contribuir al equilibrio universal.
¿Quién se atreve a jalar la palanca de nuestra Toyita?
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