Escribir con el afán de escribir, llenando líneas

Quiero experimentar el poder ordenar mis ideas en este momento cuando el cansancio, por el trabajo de hoy, por las emociones de hoy, por los altibajos de hoy, por las risas, las "carotas", los juegos con los niños, los títeres manejados y la obra ensayada, además de la reunión de trabajo en la que estuve, me tiene entre sus manos.
Y es que de pronto apareció mi lado filosófico. Aclaro que no le llego ni al talón al Tales de la Isla de Mileto, cuantimenos al Platón o Aristóteles, pero de que he encontrado mi momento existencial, lo he hecho. Y viene por los sentimientos que produce la fatiga mental de las neuronas que administran el control eléctrico del cuerpo y que hacen que desarrolle mis soliloquios o mis diálogos con un ente superior que al final de cuentas soy yo mismo quien se responde lo que quiere escuchar ¿o no es así en realidad?

Hace tiempo que he contestado a un comentario de quien es tal vez mi único lector. Qué increíble que en un universo de millones de internautas, uno descubra las líneas de expresión que mi lucidez, casi rayando en locura, como en este momento, provocan frases y oraciones con algo de sentido. Pero al parecer, mi único aficionado no ha regresado; fama fugaz la mía.

Y en eso estaba cuando inicié la profunda reflexión del dilema universal propuesto por William al poner en voz de Hamlet: "To be or not to be, that is the cuestion", que traducido al lenguaje de Miguel, el Manco de Lepanto (qué buena aposición) sería algo así como "Ser o no ser, ésa es la cuestión", y que en el viaje hacia mi última labor política del día empecé a dilucidar: ¿realmente puedo ser millonario?

¿Qué haría si fuera millonario? Digamos que le atino al Melate, que es la bolsa más tentadora actualmente, y tengo la friolera de muchos millones en montón. ¿En qué gastaría tanto dinero? Seguramente más de un lector (si hubiere más de uno por supuesto) pensaría que le dé una parte. Primeramente pagaría mis deudas y ayudaría a pagar las de mis allegados que tal vez para ese entonces habrían duplicado o quintuplicado su número de inmediato ¿alguien se ha apuntado?

El dinero es tentación, pero ¡qué hermoso es caer en ella! O ¿acaso hay alguien que desprecie unos cuantos miles de pesos cuando se tiene necesidad de algún pago urgente o el deseo de tener alguna cosilla materialoide, o realizar algún viaje fuera de las cuatro paredes que tanto nos encierran y nos ahogan?

De lo que sí estoy seguro es que remodelaría mi dirección para hacerla más agradable; la volvería mejor que la oficina que tuve cuando trabajé para la iniciativa privada; de verdad que tratan bien a sus jefes, pero cómo nos exigen. Así las reuniones con los maestros serían más cómodas y dignas de ellos porque es verdad que tenemos los espacios de las aulas para reunirnos en Consejo Técnico pero estoy seguro que los maestros se sentirían muy bien, estando cómodos en un área que ellos saben es exclusiva para su trabajo profesional. Como buen mexicano y de acuerdo con Chava Flores, "A qué le tiras cuando sueñas...."

Mejoraría el edificio de mi iglesia, estoy seguro que de esa forma más gente acudiría y tendría la oportunidad de hablar con ella. Es raro, pero la gente de la ciudad no va a iglesias pequeñas o que deban ser construidas, van donde ya está hecho todo, ¿por qué será? Mientras, nos quedamos los cuatro o cinco soñadores y conversos de fe proyectando la nuestra en un futuro no muy cercano por cierto.

No me preocuparía por ser Secretario de Educación, ¿para qué comprarme problemas con la mestra Elba Esther o con los lidercillos de los sindicatos paralelos? ¿Carrera Magisterial? ¡Para nada! Tendría más libertad para dedicarme al apoyo y convencimiento a mis maestros de que la RIEB da resultado, siempre y cuando la usemos como se debe.

O quizás sí. Porque podría acercarme al candidato en turno y llegar a ser Secretario de Educación, pues eso lo sé, junto con otros miles de docentes, que los maestros a los que nadie nos conoce en nuestra Secretaría, porque estamos trabajando en nuestras escuelas, nunca tendremos la oportunidad de ser, digamos, algo así como Director de Educación Primaria. ¡Cómo se desperdicia esa experiencia!

Y si fuera Secretario de Educación, nunca estaría en mi oficina con aire acondicionado o para salir en las fotos de los eventos de las escuelas particulares o en los masivos del gobierno del estado, no. Estaría en las escuelas conviviendo y aprendiendo de los maestros de grupo del nivel de Educación Básica. Hombro con hombro para diseñar, desarrollar y lograr un proyecto juntos, entre todos. Usaría mi autoridad para dotar de lo necesario y mucho más a las escuelas, cumpliendo con el mandamiento del Artículo Tercero en cuanto a lo que a gratuidad se refiere. Los maestros sentirán orgullo de ser los artífices educativos del Estado. Pero ya me salí del tema y en su lugar, desarrollé mi campaña política. Eso de la fatiga mental produce alucinaciones intensas.

En fin, de lo que estoy seguro, bueno casi, de acuerdo con la ley de probabilidad matemática, es que algún día le atinaré al Melate; debo sin embargo, apuntar primero. Lo siento, tengo tantas cosas qué hacer en la escuela que no puedo detenerme en donde esto se vuelve realidad, pero sacaré tiempo y me convertiré, de la noche a la mañana, en choromillonario. Seré entonces Secretario de Educación; claro está que puedo llegar sin atinarle al Melate u otros similares, de todas formas, mi idea como funcionario es la misma.

Y ya voy de un lado para otro; mis anteojos se están volviendo posteriorojos y los varilux y progresivos se están empañando contrariando lo ofrecido en la garantía; señal de que debo descansar para mañana atender con amabilidad y prontitud a la gente que me rodea, recordando como todos los días, lo maravilloso que es ser maestro de tantas generaciones.

En fin, termino con esto, soñando con los números del Melate, 2, 15, 64...

Comentarios

  1. Recuerda que puedes disfrutar de una vida más allá de una escuela.

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  2. Una vida fuera de la escuela, en este momento no me la imagino. Cierto, esto puede ser negativo, pero me he formado de esta manera. No concibo otra cosa para hacer. ¿Vida social? ¡Enseñando y aprendiendo!

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