Influencia virtual

Me he tardado en escribir; culpa de la pereza sicológica (así, sin p para ahorrar esfuerzos) que ha producido en mí, el tsunami de imágenes adicionadas de leyendas solicitantes de extender el periodo vacacional dos semanas más, de no querer regresar al trabajo, de mostrar el horror y angustia por estar ya en cuenta regresiva para el final de las vacaciones y prácticamente quedar al punto del infarto cuando se hace mención de haber llegado el último día del descanso que por ley corresponde.
Derivada de un proverbio chino, la frase “Una imagen vale más que mil palabras” es reforzada con los textos mencionados que además lastiman la retina e inhiben a mi niña (la del ojo por supuesto) por las accidentales, costumbristas o exhibidoras culturales, faltas de ortografía, incluyendo a la prosodia, la sintaxis y la morfología con vergüenza de la gramática castellana.
Es cierto, en su conjunto crearon espacios y tiempos de lectura y análisis que despertaron más de una sonrisa y una que otra sonora carcajada como reconocimiento al ingenio para escribir el reclamo, la queja, el deseo incierto, asociados con el personaje humano o no, real o no, quien con gestos faciales y corporales, actitudes y desplantes, describía perfectamente, con sus miles de morfemas lo que se convirtió en petición social más fuerte que la emprendida para reducir el número de legisladores en el Congreso de la Unión.
Tentado estuve de hacer mi propio “meme” – para el caso de la Internet como término para difundir una idea por cualquier medio virtual mediante la construcción multimedia –, empleando la frase “Gracias Dios, por regalarme la dicha de volver el trabajo”, por ejemplo. Y cito la teología pues aprovecho para anunciar que las cadenas de maldición y bendición que antes dejaban en las puertas de los hogares con una moneda de baja denominación finamente adherida al papel, ahora son dejadas en los muros del face, del whats, correos electrónicos y otros medios virtuales, sin la afectación monetaria para el remitente anónimo. En fin, regresando al tema de mi frase, me detuvo la idea de la imagen de asociación y refuerzo; ¿acaso una estampa al puro estilo Disney con el príncipe y la chica de sus sueños en matrimonio próximo, rodeados de animales del bosque debidamente domesticados con rostros de inteligencia superior al humano? No. ¿Tal vez el paisaje del sol en pleno amanecer, asomándose tímidamente detrás de un par de montañas en secuencia y la siluetas de aves no identificadas recortadas por los rayos de nuestra estrella cercana? No. ¿Niños y adultos felices por tan preciado anuncio? No. Además, muy apegado al marketing viralizante, ¿qué tanto agradaría a la comunidad desconocida de mis amigos, contactos y demás concatenados que les enviara mi creación con una nota tan fuera de lo normal, la moda y lo que a la vista es agradable? Ya no incursioné en el mundo “memista”. Mejor recibo y comparto.
También hay cientos de expresiones para odiar los lunes, misma que sólo conocía en el personaje felino de Jim Davis, Garfield, pero que ahora llega a la fama por los miles de gráficos creados con este tema; mas no todo es pesimismo pues luego viene el martes, el ombligo (tuch para mis coterráneos) al día siguiente, el antecesor del viernes ¡ánimo, ya es jueves!, hasta que por fin, el ansiado viernes con frases pletóricas de alegría por la anunciación del final de la jornada laboral – deduciendo que para la mayoría de trabajadores del mundo es de lunes a viernes, quedando como minoría por tanto, aquéllos que continúan en sábado y casi sin aparecer en la estadística “memista” quienes son obreros dominicales - , y la llegada, consecuencia lógica, del fin de semana. ¿Lunes de nuevo? Volvemos a empezar.
No soy sicólogo (sin p, por lo descrito al inicio), pero debo saber escuchar y aconsejar; no soy sociólogo, pero puedo hablar de acciones, reacciones, causas y efectos sociales ¡qué gran ventaja me da mi profesión! Por ello puedo concluir que el individuo (y la individua también por aquello de la cuestión de género) después de tanto leer, de descargar y compartir, de hacer suyo lo que envía, lleva ya grabado en lo más recóndito del subconsciente y por tanto, lo que provocará su actuación futura, la pesadumbre por el regreso a sus labores productivas; los lunes son horribles, pero qué bueno que hoy es jueves (con razón tengo el ánimo de escribir), pues puedo empezar a contar las horas para el final del tiempo contratado para mi trabajo e iniciar el disfrute de mi glorioso y sustancioso fin de semana.
Por lo que, para no provocar digresión alguna, me conduciré debidamente influenciado por lo leído, recibido pero no compartido (si compartí alguno, mil disculpas, es producto de la hipnosis colectiva virtual) y finalizaré estas letras, no sin antes agradecer y felicitar a los más de 71 “me gusta” y dos comentarios de quienes leyeron mi frase, sin imagen alguna, deseando éxito por el regreso al trabajo, animando a ser siempre mejores en lo que hacemos.

Venga ya, mañana es viernes ¡maravilloso! Anticipo un feliz fin de semana, pidiendo y rogando porque el lunes tarde mucho en llegar.

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