La famosa "bicla"

A mí han llegado a través de medios virtuales diferentes, conceptos básicos varios que identifican la época maravillosa de los que ya pasamos el medio siglo de existencia. Términos otros que nos envuelven étnicamente en la majestuosa y orgullosa definición de hijos de Yucatán. Todos en su momento me han hecho sonreír; detenerme por un momento y perderme en los recuerdos de la infancia o juventud o rememorar los tiempos cuando anduve lejos de esta Patria chica que llevo en las venas y cuya genética me hizo regresar.
Me parece (y he aquí que inicia la historia de mi tierra) que en todos lados hay esos trabajadores armados con franelas rojas y encargados de acomodar en los casilleros definidos para ello, los automóviles que llegamos a ese espacio comercial por alguna necesidad apremiante o no; llamados franeleros (por su instrumento de trabajo), viene viene (por los avisos vocales ofrecidos) o acomodadores (alusión al trabajo desempeñado).
Pues hoy por necesidad de pagar un trabajo encomendado tuve que llegar hasta el OXXO más cercano (por cantidad de estas tiendas casi en la esquina de la casa pudiera pensarse, pero en mi caso aún no es así) con cajero automático del banco al que estoy asociado, porque bueno, ellos manejan mi dinero y ganan mucho dinero con mi dinero y cuando he requerido un préstamo, siguen ganando mucho dinero con su dinero que me han dado, aunque yo por instantes haya sentido que era mi dinero..., en fin, el caso es que soy el socio que los hace ganar a ellos y yo me llevo los aplausos nada más. Pero regresando al momento, me recibe un sindicalizado trabajador que con cortesía deja su celular en la bolsa de su camisa, retira el cigarro de su boca con los dedos de la mano izquierda, mientras que con la derecha saca la franela roja que cuelga de la bolsa derecha de su pantalón y con ademanes que me recuerdan las señas que los ferrocarrileros, desde el cabús, hacían al conductor del caballo de acero para que avance o detenga, me indica cómo estacionarme. No sé si la Secretaría de Seguridad Pública me permita llevarlo cuando quiera obtener mi licencia de chofer, no he visto la figura de este personaje en el reglamento de tránsito.
Bien, el caso es que con amabilidad y gracia ayuda a que la posición del vehículo por un servidor conducido, sea acorde a las necesidades de espacio en su lugar asignado. Atento queda al momento de descender del vehículo para dar los "buenos días" o "buenas tardes" según el momento del encuentro para continuar atendiendo al vehículo que se va, o al que pretende ocupar el lugar existente.
Habiendo cumplido con mi cometido, teniendo ya el dinero a buen recaudo para disfrutarlo durante el trayecto hasta la casa ya que había de entregarlo a mi prestador de servicios, subí al carro y de inmediato regresan las señas con la franela, esta vez sin el cigarrillo en la mano pues ya la colilla yacía en el piso, debidamente apagada, para indicarme, apoyado en las voces, que podía salir de mi casillero con la libertad total, sin pensar en causar accidente alguno. Desde luego que esto crea un reflejo coordinado y condicionado de esculcar en los bolsillos por monedas para entregarle como agradecimiento o recompensa por la ayuda brindada.
Y es aquí que escucho: "después de la bicla pase usted papito, después de la bicla pues no viene nada". Si me hubiera dicho papacito después del viene, viene, viene, otra cosa con seguridad estaría escibiendo, pero afortunadamente no fue así, ya que la palabra que golpeó mis neuronas para acceder a mis pensamientos fue "bicla", ¡entendí perfectamente a qué se refería!, ¡hablo el mismo idioma que mi empleado temporal!
Y es que escuché adentro mío las frases "tengo bicla", "mi bicla nueva", "¡sé manejar bicla!", "llevé a mi novia a su casa, en bicla" y todas las veces que usé una bicla prestada hasta que pude, por regalo paterno, tener una propia.
Llamada también "vírula" término que me parece es más del centro de la república y ofrecido en alguna película de los artistas de la época, la bicla de mi tiempo es un término de los que debieran encerrar en los llamados "yucatequismos". ¿De dónde surge? Quizás de la flojera de algún jocoso conversador de gran influencia de exclamar las cuatro sílabas de la palabra original y por tanto de crear un vocablo bisílabo que además aproveche la guturización del hablar nuestro, queda esto para los investigadores.
Pero ¿qué es la bicla"? pues nada más ni nada menos, que el apelativo que de niños le dimos a la famosa bicicleta. Así que si de niño usaste la palabra bicla y ya de grande pedaleaste la bicla de otro, ¡felicidades! eres orgullosamente yucateco.
Mi bicla está casi de adorno y entre los propósitos prioritarios, no iniciados aún, para realizar en este año cuyo mes va viento en popa; así que mientras decido montarme en una, seguiré saliendo de los estacionamientos cuando no pase ningún camión, auto, moto o alguna frágil bicla.
Imagino en los llamados ahora "gym's" el anuncio "fortalezca los músculos haciendo ejercicios en la bicla fija". No suena nada mal, nada mal.

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