De las faltas por la falta de ganas
He faltado al precepto que titula esta página cuando refiero la periodicidad día tras día para ordenar en filas separadas por espacios, letras que forman palabras, comunes en su mayoría y una que otra que obligará al lector a remitirse al diccionario si, como yo, es primera vez que las lee y espero que las coloque en su vocabulario coloquial.
Y es que me he dado más en revisar cada texto publicado, regodeándome por las ideas formadas en cada párrafo, con cada oración o frase, sacudiendo de vez en vez la cabeza con la finalidad de que la ondas provocadas en la materia gris, muevan un poco las volutas cerebrales que contienen mis neuronas y en una de ésas generen el chispazo eléctrico que permita entender de dónde aparecen tantas cosas que plasmo en los escritos.
Por allá culpo a la presunción vuelta en inspiración que me hubo obligado en su momento a expresar en gráficos legibles lo que me ocurría en interior diálogo con mi conciencia o con quien en su momento, cerca de mí atendía mis verbos y sustantivos, pero que aún así, debía tenerlos impresos. Tal vez la gallardía dibujada en cada pensamiento que disfrazaba mi antagonismo físico con los galanes de telenovela o del séptimo arte y que me volvía realidad los sueños de cirugía plástica que me volvía el prototipo del héroe de cada conjunto de imágenes con argumento que he visto en mis tiempos mozos y los ya no tantos.
Quizás el reflejo del producto que mis maestros de español en la Secundaria y Normal, y de literatura en la Normal Superior me exigían realizar y que hice como mero trámite para obtener calificación, que llenaba las expectativas del mentor, pero que eran para mí, cosas frías, inexplicables, plásticas y sin emoción o sentido, pero que a pesar de ello me hacían pasar como el tuerto en tierra de ciegos.
He borrado por ahí en columnas de diseño de este espacio virtual, versos creados con inspiración a torrentes, con la comicidad pícara de la plática de temas íntimos entre varios dialoguistas sin pretensiones de timidez o tabúes censurantes, pero que al releer par intentar salir de mi marasmo, me causaron más pensamientos encontrados que desdibujaron mis creencias y resumieron mis recuerdos convirtiéndolos en angustias, en cúmulo de ansiedades, de añorar la brevedad del tiempo y el deseo de volver concreto lo irrepetible; quizás la inenarrable sensación de lo vivido, sentimiento único en la vida del individuo, el disfrute, el gozo, la sonrisa, el gesto, el uso total del tacto en cada poro sensible del cuerpo y del alma. Versos que en su momento extrajeron imágenes de los momentos y los tiempos, versos sin medida, sin rima, sin los acentos que dan la musicalidad que contagia e invita a leer y a soñar con ellos, pero que dejaban entrever el deseo de escribir cotidianamente.
Reinicio este ejercicio que mentalmente me fortalece, así como a todo aquél que lo realice. Intento prometerme que debo darme una hora al día, cuando menos, para pensar, ordenar, reflexionar, leer y ponerme a escribir. Así entonces, el título de mi blog será coherente con mis actos. En una de ésas, aparece un lector misterioso y anónimo, contagiado de letras e inspiración divina y compartirá emociones, cosas vistas y sentidas, acciones para protegerse y proteger, virtudes o defectos del alma humana, deseos y frustraciones, en fin, toda congoja que provoca el libre albedrío y permite el razonamiento del cerebro humano a través del tiempo y el espacio.
Así las cosas.
Y es que me he dado más en revisar cada texto publicado, regodeándome por las ideas formadas en cada párrafo, con cada oración o frase, sacudiendo de vez en vez la cabeza con la finalidad de que la ondas provocadas en la materia gris, muevan un poco las volutas cerebrales que contienen mis neuronas y en una de ésas generen el chispazo eléctrico que permita entender de dónde aparecen tantas cosas que plasmo en los escritos.
Por allá culpo a la presunción vuelta en inspiración que me hubo obligado en su momento a expresar en gráficos legibles lo que me ocurría en interior diálogo con mi conciencia o con quien en su momento, cerca de mí atendía mis verbos y sustantivos, pero que aún así, debía tenerlos impresos. Tal vez la gallardía dibujada en cada pensamiento que disfrazaba mi antagonismo físico con los galanes de telenovela o del séptimo arte y que me volvía realidad los sueños de cirugía plástica que me volvía el prototipo del héroe de cada conjunto de imágenes con argumento que he visto en mis tiempos mozos y los ya no tantos.
Quizás el reflejo del producto que mis maestros de español en la Secundaria y Normal, y de literatura en la Normal Superior me exigían realizar y que hice como mero trámite para obtener calificación, que llenaba las expectativas del mentor, pero que eran para mí, cosas frías, inexplicables, plásticas y sin emoción o sentido, pero que a pesar de ello me hacían pasar como el tuerto en tierra de ciegos.
He borrado por ahí en columnas de diseño de este espacio virtual, versos creados con inspiración a torrentes, con la comicidad pícara de la plática de temas íntimos entre varios dialoguistas sin pretensiones de timidez o tabúes censurantes, pero que al releer par intentar salir de mi marasmo, me causaron más pensamientos encontrados que desdibujaron mis creencias y resumieron mis recuerdos convirtiéndolos en angustias, en cúmulo de ansiedades, de añorar la brevedad del tiempo y el deseo de volver concreto lo irrepetible; quizás la inenarrable sensación de lo vivido, sentimiento único en la vida del individuo, el disfrute, el gozo, la sonrisa, el gesto, el uso total del tacto en cada poro sensible del cuerpo y del alma. Versos que en su momento extrajeron imágenes de los momentos y los tiempos, versos sin medida, sin rima, sin los acentos que dan la musicalidad que contagia e invita a leer y a soñar con ellos, pero que dejaban entrever el deseo de escribir cotidianamente.
Reinicio este ejercicio que mentalmente me fortalece, así como a todo aquél que lo realice. Intento prometerme que debo darme una hora al día, cuando menos, para pensar, ordenar, reflexionar, leer y ponerme a escribir. Así entonces, el título de mi blog será coherente con mis actos. En una de ésas, aparece un lector misterioso y anónimo, contagiado de letras e inspiración divina y compartirá emociones, cosas vistas y sentidas, acciones para protegerse y proteger, virtudes o defectos del alma humana, deseos y frustraciones, en fin, toda congoja que provoca el libre albedrío y permite el razonamiento del cerebro humano a través del tiempo y el espacio.
Así las cosas.
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